Los visionarios
“Vamos a degradar la PC o la Mac a sólo un aparato más. El centro de tu vida digital estará ahora en la nube”. Steve Jobs, 6 de junio de 2011 (tres meses antes de morir)
Detrás de las compañías que serán mencionadas existen personas que pueden considerarse como los verdaderos visionarios de su tiempo...
Así como en su época Leonardo da Vinci, Julio Verne o Carl Sagan lograron observar el futuro como si estuvieran en él, ejecutivos destacados de la actualidad se ubican unos cuantos escalones por delante de sus contemporáneos.
En la era de la PC fue Bill Gates, fundador de Microsoft, que construyó su empresa sobre el proyecto de IBM, líder de la etapa anterior. El sistema operativo Windows y la suite de ofimática Office fueron los productos insignia de esta época. También podríamos, si nos ponemos en abogados del diablo, cuestionar si estamos hablando de innovación tecnológica, de marketing o hasta jurídica. Porque las categorías de software que llevaron a Microsoft a liderar la era de la PC ya existían y, en muchos casos, hasta con productos de mejor calidad o funcionalidad (OS/2 vs. Windows, por ejemplo); fue el amigo y compañero de Bill Gates en Harvard (de donde se fue porque “pensó que iba a encontrar gente inteligente…”) Steve ballmer, que luego lo sucedería como CEO de la compañía, quien venía de comercializar jabones en Procter & Gamble e introdujo una excelente filosofía de marketing de consumo masivo al anteponer, entre otras cosas, al nombre de producto, la marca de la compañía como respaldo institucional; y así nació el MS Word, el MS Excel y demás. Y el padre de Bill Gates tenía uno de los estudios jurídicos más importantes de Seattle, lo que lo llevó a darle a la compañía una impronta muy agresiva en términos de protección de derechos de autor que lo llevaron al liderazgo que hasta hoy todavía conserva en varios segmentos.
Steve Jobs, por su parte, lideró desde Apple el mundo de lo selectivo, de los nichos de mayor poder adquisitivo o con necesidades específicas (como los diseñadores gráficos). Jobs también fue la genialidad detrás del camino hacia la movilidad, aunque desaparecido su mentor queda la duda de si Apple seguirá liderando ese terreno o, empujón de Samsung y Google (Android) mediante, volverá a ser un proveedor de nicho como en su origen. En este segmento masivo, el liderazgo de Microsoft con Windows fue reemplazado por Google con su sistema operativo móvil Android, que supera el 80% de adopción.
Cuando Gates sintió que su capacidad de innovación se había agotado dejó a la empresa en manos de Steve Ballmer, que siguió aprovechando sus productos vaca lechera: Windows y Office. Pero, a diferencia de lo que ocurrió hasta hace poco, ya no es el líder: es un follower que tiene que dar caza precisamente a Android, mientras que su suite de ofimática se ve amenazada por Google Apps, luego Google for Work y hoy renombrada como G Suite o Gmail para la empresa. Este desafío es el que enfrenta su actual CEO, Satya Nadella, que frente al liderazgo en la transformación digital del espacio de trabajo de Google en su división Enterprise (Google Cloud), le opone la evolución del paquete líder de la ofimática: el Office 365. Aquellos que se sienten más cómodos con cambios evolutivos suman, por ejemplo, Excel Online, al uso habitual del Excel local. Los más innovadores eligen el sabor nativo de la era de Internet y la nube: G Suite.
Los primeros podrían ser tildados de conservadores “nubepardistas”, ya que cambian para que nada (o poco) cambie, como en la política y el gatopardismo. Usuarios que sólo aprovechan la modificación de modelo de licenciamiento (de Capex a Opex, decíamos) y pueden no aprovechar totalmente la ventaja competitiva fundamental: el uso colaborativo y móvil de estas herramientas.
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. “¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado (...) una de esas batallas que se libran para que todo siga como está”. Esto decía el personaje de Tancredi en Il Gattopardo, una novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa entre fines de 1954 y 1957.
En el ínterin nos podemos sentar a ver la pelea de fondo: la inteligencia artificial o machine learning sobre la que hablaremos en detalle en otro blog.
Fallecido Jobs, unos de los principales visionarios vivos parece ser Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon.com, que marca tendencias, como ocupar el liderazgo en la computación en la nube en la capa de IaaS (infraestructura en la nube, en el próximo apartado explicaremos el concepto) o ser la única compañía que vende tablets al costo porque tiene claro que el negocio pasa por la comercialización de contenidos.
Como ocurrió en el pasado con Kodak, que casi regalaba las cámaras fotográficas para lograr la venta del rollo; Gillette, que hacía lo propio con las máquinas de afeitar en nombres de los repuestos de filo; Epson o HP, que tenían muy baratas sus impresoras para poner el foco en las tintas y el tóner o, últimamente, Nespresso, cuyos negocios son las cápsulas de café. En términos de modelo de negocios podemos decir que estamos aplicando la idea de “razor blade” u “hojita de afeitar”.
Eric Schmidt, Larry Page, Sergey Brin (chairman y fundadores de Google, respectivamente) o Mark Zuckerberg (Facebook) también saben jugar sus cartas y forman parte del pelotón de líderes de opinión a seguir sus pasos en estos tiempos.
Por otro lado, es un momento en el que vale la pena mirar a China y considerar a Jack Ma, fundador y CEO de Alibaba, el e-commerce más grande del mundo, hoy focalizado, entre otras cosas, en brindar sus servicios para que las empresas pequeñas y medianas de Estados Unidos puedan vender sus productos al creciente mercado consumidor del gigante asiático, cuya clase media vive un proceso acelerado de evolución: cada semana se suman nuevos millonarios y ya son más de un millón.
¿Todavía no te sumaste a la Nube?
Nosotros te ayudamos. Mejorá resultados de implementación aumentando la productividad y capitalizando oportunidades de negocios.
¿Que te pareció?