Los principios de la economía colaborativa, una suerte de replanteo del capitalismo tradicional, apuntan a democratizar la economía mundial, reducir las diferencias en los ingresos y crear una sociedad más sostenible, de acuerdo a lo indicado por Jeremy Rifkin en La sociedad de costo marginal cero. Tal como ocurrió con la transformación digital, con la cual la economía colaborativa está estrechamente relacionada, la pandemia de coronavirus parece haber acelerado el encaminamiento de la sociedad en esa dirección.
Los cambios que se producen en la economía digital hacen que la productividad se incremente hasta el punto en que el costo marginal de producción de muchos bienes es prácticamente nulo, permitiendo que se puedan ofrecer de manera gratuita y que dejen de estar sometidos a las fuerzas del mercado. Imaginemos un centro de datos de Google con la posibilidad de dar un testeo de una hora para una aplicación que se esté desarrollando: esa prueba tiene una unidad de costo inexistente y esto, sin duda, marca el comienzo de un trabajo colaborativo impensado tiempo atrás.
En la economía colaborativa se comparten e intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales. La cuarentena nos permitió experimentar el crecimiento sin precedentes del comercio electrónico, el consumo de contenidos online, la educación a distancia y la telemedicina. También vimos la aparición de nuevos modelos de negocios, como los que proponen Rappi o Glovo: verdaderas empresas logísticas que no tienen ningún vehículo de su propiedad.
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Uno de los cambios fundamentales de la economía colaborativa se está dando en el mundo laboral: más allá de que la emergencia obligó a numerosas empresas a apelar al trabajo remoto para garantizar la continuidad de sus negocios, se espera que en el futuro las modificaciones sean aún más profundas. Carl Frey y Michael Osborne en El futuro del trabajo estiman que el 47% de los empleos tal como los conocemos se encuentran en riesgo de ser reemplazados por máquinas en los próximos veinte años. Al mismo tiempo, los trabajos más demandados de la actualidad no existían hace apenas un lustro.
Podemos dilucidar algunas respuestas. Será cambiante, conectado y más competitivo. Será en equipo y no individual, se hará desde cualquier lugar, con objetivos fijos y sin horarios rígidos –en los últimos cuatro meses se avanzó en este aspecto, por obligación, de manera notable- y se realizará, en gran parte, a través de dispositivos móviles.
La realidad es que se debe estar preparado para trabajos que aún no existen con herramientas que todavía no se han desarrollado. Y lo más importante es darnos cuenta que el trabajo es global, que se puede proyectar hacia al mundo. Por eso, es esencial poder ver las oportunidades que nos pueden dar estas nuevas realidades y encontrar la forma de adaptarnos.
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