Se trata del proceso de configurar múltiples herramientas y aplicaciones para recopilar, almacenar y administrar datos que se comparten en tiempo real y que son críticos para la toma de decisiones. Dado este contexto, ¿por qué la integración en la nube resulta ser hoy la clave del éxito?
Organizaciones, corporaciones, empresas de todos los tamaños e incluso organismos gubernamentales la implementan cada vez más y con mayor convicción: es el estadio más avanzado de la transformación digital hasta hoy.
Antes de que existiera la computación en la nube, los datos solían residir en almacenamientos individuales (silos), alojados en diversas computadoras y, a veces, también en ecosistemas muy diferentes.
Y, para complicar aún más las cosas, ninguno de estos sistemas se sincronizaba ni intercomunicaba automáticamente.
En la nube es posible, por ejemplo, extraer correos electrónicos de un sistema de CRM (gestión de relaciones con el cliente) y llamar al cliente a su teléfono directo con un solo clic y a través de una conexión IP o una línea telefónica convencional. Ese contacto podrá quedar registrado, además, en informes de productividad y seguimiento, e incluso enviar una orden de pedido en el mismo momento. Y todo desde cualquier dispositivo móvil con una conexión a Internet que el usuario tenga a su alcance.
Esto es posible porque en la nube los datos fluyen libremente entre distintas aplicaciones, pues no se alojan en compartimientos estancos. Una buena forma de explicar la integración en la nube es compararla con una ciudad con muchos puentes que conectan distintos barrios, para permitir que el tráfico fluya libremente de un lugar a otro.
De esta manera, el flujo de trabajo se agiliza y se simplifica, lo cual, a su vez, facilita la interacción y el intercambio de información entre diversos departamentos de una empresa y sus necesidades: almacenes, logística, ventas, contabilidad, administración… Y, por supuesto, los niveles directivos, que obtienen información directa, constante, confiable y segura, en tiempo real y sin redundancias: un gran valor a la hora de tomar decisiones.
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Soluciones incluidas en G Suite, como App Maker, brindan a la integración en la nube una gran flexibilidad y capacidad de customización con bajo costo y alta confiabilidad. Los errores que se producían al exportar archivos entre discos duros o importar por lotes, debido a diferencias en la estructura de datos, han quedado en el pasado.
Sin embargo, todavía muchas empresas, conscientes de las ventajas de la integración, intentan implementarla con un software heredado y alojado en servers, no en la nube, y mediante soluciones diseñadas apresuradamente para satisfacer una necesidad.
No son, soluciones definitivas, ya que obviamente, entre otras cosas, permanece intacto el problema del acceso a los datos desde una computadora (a menudo, la única). Y esto quiere decir que podrá hacerlo sólo un usuario a la vez, no de forma remota ni colaborativa, y dejando aún grandes baches en la seguridad.
En cambio, la integración en la nube vuelve innecesarios este tipo de parches que, por otra parte, además de ineficientes, resultan caros. Y permite también configurar múltiples aplicaciones que comparten datos y se comunican directamente o a través de una plataforma, con resultados muy superiores en productividad y eficiencia.
G Suite es la más poderosa de las plataformas de integración, ya que capitaliza las principales ventajas de la nube por sobre los antiguos métodos de organización compartimentados con las mayores condiciones de seguridad, usabilidad, adaptabilidad y escalabilidad:
Todo esto, sumado a la mayor eficiencia, la reducción de costos y la mejora de los procesos internos que brinda G Suite, se traduce en la tan ansiada ventaja competitiva.
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