“Irse por las nubes” es una expresión de connotación negativa: significa distraerse, perder el foco. Pues bien, la tecnología se ha puesto irónica y decidió hacer justicia con estos términos. Hoy, “irse a la nube”, en materia de tecnologías de la información significa ingresar en un terreno innovador y plagado de oportunidades y beneficios.
Pero antes, un análisis necesario. Cada vez que sobreviene un nuevo concepto tecnológico, aparece esta duda: ¿es la computación en la nube un verdadero cambio de paradigma o simplemente una moda más, que pasará sin pena ni gloria?
Antes que nada, hay que definir 'paradigma', que significa forma de visualizar los múltiples modelos de comportamiento que influyen en el desarrollo de la sociedad o de las empresas, influenciados por los aspectos económico, intelectual, tecnológico, científico, cultural, artístico y religioso que, al ser aplicados, producen modificaciones o evoluciones para el beneficio de todos. En este contexto, el filósofo y científico Thomas Kuhn hizo su aporte y lo describe como “el conjunto de prácticas que definen una disciplina científica durante un período específico”.
Se trata del estilo de computación donde las capacidades de tecnología informática son escalables y elásticas, y se proporcionan como un servicio a varios clientes, utilizando las tecnologías de Internet (según Gartner, una de las principales investigadoras del mercado de tecnología en el mundo).
Pero... ¿alcanza con esta información? Por las dudas, detallemos algunas de sus características clave:
Soporte a múltiples usuarios: el servicio se comparte y aquí reside el secreto de su inexorable adopción. Posee la masa crítica, la economía de escala, para ofrecer la mayor funcionalidad al menor precio.
Como gran parte de los cambios, se impone por cuestiones económicas más que tecnológicas. En nuestras empresas encontramos algunos pocos servidores, mientras que proveedores líderes en la nube, como Google, poseen millones. En nuestras empresas disponemos de espacios de almacenamiento del orden de algunos terabytes cuando por unos USD 700 al año podemos acceder a un almacenamiento ilimitado (sí, ¡ilimitado!) de toda la información de la compañía.
Los cambios positivos para buena parte de la sociedad quedan evidentes, en especial para los hombres y mujeres de negocios que no tienen el menor interés en el manejo de la tecnología (o que no disponen de los recursos para hacerlo), pero son conscientes, o al menos intuyen, que la transformación digital del negocio es inexorable y disparar este proceso es estratégico, tanto para evitar el riesgo de que la disrupción digital lo pueda pulverizar como para aprovechar las enormes oportunidades que genera.
Desde el nacimiento de la PC hubo que sumar, al trabajo específico de cada uno, la tarea irracional de gestionar la información. La nube, por primera vez en tantos años, nos ofrece la posibilidad de:
Sobre el impacto de la nube en el trabajo colaborativo y negocios en la economía digital, ya hablamos en otro blog pero es quizás el cambio más visible y profundo en las organizaciones.
Así las cosas, más que preguntarnos si la nube es moda o cambio de paradigma, podríamos parafrasear a Nelson Mandela, que decía: “La globalización (yo diría, la nube) es igual que el invierno: sabemos que va a llegar. Pero para el invierno nos preparamos…”.
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