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La nube: ¿moda o cambio de paradigma?

Escrito por Martin E. Feldstein | 11/04/19 11:54

“Irse por las nubes” es una expresión de connotación negativa: significa distraerse, perder el foco. Pues bien, la tecnología se ha puesto irónica y decidió hacer justicia con estos términos. Hoy, “irse a la nube”, en materia de tecnologías de la información significa ingresar en un terreno innovador y plagado de oportunidades y beneficios.

Pero antes, un análisis necesario. Cada vez que sobreviene un nuevo concepto tecnológico, aparece esta duda: ¿es la computación en la nube un verdadero cambio de paradigma o simplemente una moda más, que pasará sin pena ni gloria?

Antes que nada, hay que definir 'paradigma', que significa forma de visualizar los múltiples modelos de comportamiento que influyen en el desarrollo de la sociedad o de las empresas, influenciados por los aspectos económico, intelectual, tecnológico, científico, cultural, artístico y religioso que, al ser aplicados, producen modificaciones o evoluciones para el beneficio de todos. En este contexto, el filósofo y científico Thomas Kuhn hizo su aporte y lo describe como “el conjunto de prácticas que definen una disciplina científica durante un período específico”.

En cualquier caso, para que una tendencia pueda ser considerada un paradigma, los cambios que produzca deben ser positivos para un gran porcentaje de la sociedad.

 

  • "Computación en la nube"

Se trata del estilo de computación donde las capacidades de tecnología informática son escalables y elásticas, y se proporcionan como un servicio a varios clientes, utilizando las tecnologías de Internet (según Gartner, una de las principales investigadoras del mercado de tecnología en el mundo).

Pero... ¿alcanza con esta información? Por las dudas, detallemos algunas de sus características clave:

  • Servicio: no requiere la implementación de ningún tipo de hardware ni de software.
  • Escalable y elástica: ofrece la máxima flexibilidad para aumentar o disminuir el poder computacional que se necesite en cada momento. Acompaña de manera exacta la oferta y la demanda. Antes existían períodos de subutilización de la capacidad instalada, con el consiguiente costo de inmovilización financiera, y otros de faltante, con mermas en la calidad de servicio y pérdida de oportunidades y clientes.

 

  • Pago por uso: así como la electricidad se paga por kilovatio consumido, aquí se abona por la cantidad de cuentas de correo electrónico, las horas de utilización, el espacio de almacenamiento o el volumen de transferencia de datos.
  • Soporte a múltiples usuarios: el servicio se comparte y aquí reside el secreto de su inexorable adopción. Posee la masa crítica, la economía de escala, para ofrecer la mayor funcionalidad al menor precio.

    Como gran parte de los cambios, se impone por cuestiones económicas más que tecnológicas. En nuestras empresas encontramos algunos pocos servidores, mientras que proveedores líderes en la nube, como Google, poseen millones. En nuestras empresas disponemos de espacios de almacenamiento del orden de algunos terabytes cuando por unos USD 700 al año podemos acceder a un almacenamiento ilimitado (sí, ¡ilimitado!) de toda la información de la compañía.

 

  • ¿Miedo al cambio?

Los cambios positivos para buena parte de la sociedad quedan evidentes, en especial para los hombres y mujeres de negocios que no tienen el menor interés en el manejo de la tecnología (o que no disponen de los recursos para hacerlo), pero son conscientes, o al menos intuyen, que la transformación digital del negocio es inexorable y disparar este proceso es estratégico, tanto para evitar el riesgo de que la disrupción digital lo pueda pulverizar como para aprovechar las enormes oportunidades que genera.

Como dice Eric Schmidt, la tecnología cumple su objetivo cuando nos olvidamos de que está. La nube es un servicio al cual nos asociamos, por lo que nos evita lidiar con problemas técnicos de hardware y software que, de otra manera, y en baja escala, requieren una gestión para lograr su estabilidad y mantenimiento en el tiempo, lograr estar siempre actualizado en versiones y con la mayor seguridad.

Desde el nacimiento de la PC hubo que sumar, al trabajo específico de cada uno, la tarea irracional de gestionar la información. La nube, por primera vez en tantos años, nos ofrece la posibilidad de:

  • Dejar el tema en manos de especialistas. “Zapatero a tus zapatos”.
  • Olvidarnos de tareas como actualizar el software, mantener el backup al día, defender los sistemas de los ataques a la seguridad informática… Adiós al pendrive, hola al segundo nivel de autenticación.
  • Acceder a las últimas innovaciones tecnológicas sin que el presupuesto sea una barrera. No más infraestructura costosa, difícil de mantener y de comprender, ni licencias de software imposibles de pagar. Una vez más, la tecnología resuelve ineficiencias.
  • Dado que se trata de un servicio, se pasa de inversiones de capital (Capex) a gastos operativos o de alquiler (Opex). Esto libera recursos y capital de trabajo, que pueden destinarse al core del negocio.

Sobre el impacto de la nube en el trabajo colaborativo y negocios en la economía digital, ya hablamos en otro blog pero es quizás el cambio más visible y profundo en las organizaciones.

Así las cosas, más que preguntarnos si la nube es moda o cambio de paradigma, podríamos parafrasear a Nelson Mandela, que decía: “La globalización (yo diría, la nube) es igual que el invierno: sabemos que va a llegar. Pero para el invierno nos preparamos…”.

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