Todos los que desde hace varias décadas trabajamos con distintas herramientas informáticas sabemos que, a pesar de la experiencia que hayamos acumulado a lo largo de la vida, asimilar una nueva plataforma, un sistema o aplicación de cierta complejidad, requiere algún tiempo y esfuerzo de adaptación. Puede ser mediano o mayúsculo.
Estas exigencias dependen de factores como la habilidad de la persona, su flexibilidad o capacidad de adaptación y la complejidad o el ‘tamaño’ de lo que es necesario asimilar. Pero, prácticamente, no existe puesto de trabajo que no presente en la actualidad la necesidad de pasar con cierta frecuencia por uno de estos procesos.
Por ejemplo, migrar de un sistema complejo o desactualizado a una solución más innovadora y flexible es obviamente un beneficio para cualquier empresa. Sin embargo, atravesar por esos momentos de adaptación es un problema para las organizaciones. La realidad es que se espera superar lo más rápido posible la transición y empezar a obtener resultados positivos de la nueva implementación.
Entonces, el soporte técnico, el asesoramiento adecuado y continuo, la capacitación, el acompañamiento profesional y oportuno en cada paso del proceso, se convierten en la clave del éxito.
¿Cómo facilitarle a mis empleados todos los elementos necesarios para adoptar nuevas tecnologías? o ¿qué hacer en cada contexto que se presenta? ¿En qué orden implementar las capacitaciones?
Estos interrogantes y tantos otros que van por el mismo camino han sido constantes desde que la informática arribó al mundo corporativo en la segunda mitad del siglo XX. En la actualidad, se han generalizado, porque de lo que estamos hablando es nada más ni nada menos que del nuevo paradigma digital: la nube y su socia inseparable, la inteligencia artificial (AI).
¿Cómo se responden de manera más fácil? Con especialistas en transformación que guíen el cambio, prevean los inconvenientes, asesoren y respalden en el momento, el lugar y la instancia correcta. La meta es evitar dilemas o si aparecen, que no pasen el nivel de la insignificancia.
Uno de estos dilemas, por ejemplo, suele provenir del sentimiento de inseguridad cuando aparece la resistencia al cambio.
Un estudio reciente de la agencia Future Workplace revela, por ejemplo, que en los Estados Unidos los líderes de recursos humanos y empleados, efectivamente, quieren y estarían dispuestos a adoptar AI. Pero las organizaciones están fallando al prepararlos o capacitarlos.
El estudio deriva de una encuesta entre 1320 líderes y empleados de recursos humanos en ese país e indica también que, mientras 70% de las personas utiliza alguna forma de AI en su vida personal, sólo un 6% de los profesionales de RRHH implementan esta tecnología. También, que sólo el 24% de los empleados utilizan alguna forma de AI en el trabajo.
Esto implica que, aunque la gente está dispuesta a adoptar la AI en el trabajo y aprecia sus beneficios adicionales, las empresas están fallando en guiarlos o bien no hacen lo suficiente para ayudarlos a adoptar la nueva tecnología.
Las consecuencias directas son, entre otras: menor productividad, pérdida de competitividad, obsolescencia de habilidades y por último ─aunque no menos importante─ pérdidas de empleo.
La empresa no sólo debe migrar al nuevo paradigma, sino hacerlo de la mejor manera. Esto es, cosechando sus beneficios casi desde el primer día.
La experiencia indica que un proveedor experto y sus profesionales trabajando codo a codo con la empresa y su staff podrán garantizarlo. Todos estarán interesados en que así sea, desde el CEO hasta el empleado que aspira a mejorar su performance. Y aquí puede tomarse otro ejemplo, dado a conocer casi al mismo tiempo que el estudio anterior, aunque esta vez con origen en Argentina y desde el punto de vista de las empresas.
La especialista internacional en soluciones de capital humano Manpower reveló que, a nivel mundial, en 2018 el 45% de los empleadores tiene dificultades para cubrir posiciones específicas, y éste es el índice más alto desde que hace doce años lanzó su ‘Encuesta Global de Escasez de Talento’.
Pero en Argentina, aún con una desocupación elevada que ya parece crónica, esta cifra asciende al 52%, si bien ha descendido siete puntos respecto a la medición anterior, que data de 2016. Además, este país se ubica entre los once que más dificultades presentan a nivel global en este aspecto, y sigue liderando el ránking en el continente, lo cual se acentúa un punto más en las PyMEs (57%) que en las grandes empresas (56%).
¿Cómo se relaciona esto con la migración hacia un nuevo paradigma tecnológico? Nuevamente, con el desfasaje entre las necesidades de las organizaciones y la escasez de candidatos calificados.
Otra vez, los expertos en la implementación de las nuevas tecnologías acuden en auxilio de las empresas, para mejorar su negocio y mantener su competitividad.
Y cuando se trata de la migración hacia la nube, puede contar con consultoras como Meriti y sus profesionales, con una larga y exitosa experiencia en la implementación de soluciones a la medida de todo tipo de empresa.
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